Foto de Caritas !
¿Existe alguna terapia más
sanadora que llegar, tomar el papel, escribir? solo escribir, sin importar nada
solo con la necesidad de atrapar todas las letras y que ninguna quede marginada
de las sensaciones que galopan sobre mi nombre.
En este instante no me pertenezco, soy tan
volátil como hojas de otoño en un parque cualquiera, no tengo género ni cuerpo
solo me deslizo en tiempo impregnando cada olor a mis poros inexistentes.
Suena como delirios, metafóricos
derramados en cántaros rotos de historias jamás contadas, de aquellos cuentos
que dormitan entre mitos urbanos y fantasía perversas “El me dijeron, me
contaron, por ahí supe”
Hay tantos hilos dentro de mi
cabeza, que cada uno me trasporta a cielos de diversos colores.
Un cielo negro ese negro que se
carga por un luto, en el cual, yo soy el muerto.
Tengo uno de color rosa, el que
me avergüenza por su ternura, también tengo uno de color trasparente por el
cual me infiltro en una dimensión en donde no existo. En esa vida que no me tocó
ver, Soy aquel personaje bautizado en el odio, criado en la sobrevivencia,
aquel que tiene la certeza de sentirse dueño omnipotente, verdugo de los
mártires.
Me oculto entre la misoginia de aquella
hasta el la furtivo feminismo del prócer.
Carnicero de lo prohibido.
Entre mis cachivaches de mi
cabeza, tengo un cielo de color rojo con el cual, cubro mis pasos para infierno
no cenize el camino y nunca volver al mismo desenlace.
Al inventariar los tesoros que
carga mi genética me descubro carente de identidad, por eso repito soy alguien
que no me pertenezco.
Le pertenezco a mi lengua, que
limita al idioma, español chilensis. A
la valentía de todos los desaparecidos de mi bandera, a los asquerosos
políticos que se masturban con mis miedos, también al amor monógamo, inculcado
desde castillos que ultrajan la libertad de la pelvis. Le pertenezco la
soberbia de acumular errores ajenos y destetar a los propios.
Soy el alma de un poeta sin
métrica, reencarnado en el marginado, el que escribe con tinta roja sangre fluyendo,
el maldito que escupen del cual huyen,
el que te avergüenza por la demencia y desfachatez de agrio sudor, al andar
desnudo luciendo sin pudor un cuerpo grotesco, tan grotesco como me parece ser
un personaje que no se pertenece a sí mismo sino a los demás a la
circunstancias al miedo a la nada al común de todos los chilenos, que nos
mienten los embaucan y sobre todo los engañan haciendo creer que la estrella la
cargamos por buenos ciudadanos, cuando en realidad solo somos más que niños pequeños con un dulce en la boca,
creyendo , simplemente creyendo...
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