viernes, 5 de agosto de 2016

Caritas


Foto de Caritas !



¿Existe alguna terapia más sanadora que llegar, tomar el papel, escribir? solo escribir, sin importar nada solo con la necesidad de atrapar todas las letras y que ninguna quede marginada de las sensaciones que galopan sobre mi nombre.
 En este instante no me pertenezco, soy tan volátil como hojas de otoño en un parque cualquiera, no tengo género ni cuerpo solo me deslizo en tiempo impregnando cada olor a mis poros inexistentes.
Suena como delirios, metafóricos derramados en cántaros rotos de historias jamás contadas, de aquellos cuentos que dormitan entre mitos urbanos y fantasía perversas “El me dijeron, me contaron, por ahí supe”
Hay tantos hilos dentro de mi cabeza, que cada uno me trasporta a cielos de diversos colores.
Un cielo negro ese negro que se carga por un luto, en el cual, yo soy el muerto.  
Tengo uno de color rosa, el que me avergüenza por su ternura, también tengo uno de color trasparente por el cual me infiltro en una dimensión en donde no existo. En esa vida que no me tocó ver, Soy aquel personaje bautizado en el odio, criado en la sobrevivencia, aquel que tiene la certeza de sentirse dueño omnipotente, verdugo de los mártires.
Me oculto entre la misoginia de aquella hasta el la furtivo feminismo del prócer.
Carnicero de lo prohibido.
Entre mis cachivaches de mi cabeza, tengo un cielo de color rojo con el cual, cubro mis pasos para infierno no cenize el camino y nunca volver al mismo desenlace.
Al inventariar los tesoros que carga mi genética me descubro carente de identidad, por eso repito soy alguien que no me pertenezco.
Le pertenezco a mi lengua, que limita al idioma, español chilensis.  A la valentía de todos los desaparecidos de mi bandera, a los asquerosos políticos que se masturban con mis miedos, también al amor monógamo, inculcado desde castillos que ultrajan la libertad de la pelvis. Le pertenezco la soberbia de acumular errores ajenos y destetar a los propios.

Soy el alma de un poeta sin métrica, reencarnado en el marginado, el que escribe con tinta roja sangre fluyendo, el maldito que escupen  del cual huyen, el que te avergüenza por la demencia y desfachatez de agrio sudor, al andar desnudo luciendo sin pudor un cuerpo grotesco, tan grotesco como me parece ser un personaje que no se pertenece a sí mismo sino a los demás a la circunstancias al miedo a la nada al común de todos los chilenos, que nos mienten los embaucan y sobre todo los engañan haciendo creer que la estrella la cargamos por buenos ciudadanos, cuando en realidad solo somos más que  niños pequeños con un dulce en la boca, creyendo , simplemente creyendo... 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Buscar un lugar

  Ya no existen las palabras entre nuestros sustantivos  Nos volvimos entes totalmente desconocidos y opuesto, pero "mierda" vuelv...